Anoche para coger el sueño, me puse una película.No buscaba nada que me entretuviera, así que simplemente me dediqué a darle al mando a distancia, hasta encontrar algo que no fuera un programa de ''teletienda'' un concurso, o la celebración del Barça.
La película trataba de un hombre que no dejaba de cometer errores con sus seres queridos y para apaciguar un poco el sentimiento de culpa, se dedicaba a hacer regalos cada vez que sabia que había hecho las cosas mal.
No parecía una película atractiva, pero conseguí mantener la consciencia hasta el final.
Bien, el cine es cine, y por supuesto, los entendidos dirían que cualquier parecido con la realidad sería pura coincidencia... pero si nos fijamos, mucha gente actúa así. Muchos de nosotros cometemos errores, y apaciguamos nuestra conciencia con detalles que sabemos que van a hacer el ''efecto tirita'' sobre la persona afectada.
Muchas veces, no nos damos cuenta de nuestro egoísmo, y no nos damos cuenta de que somos seres importantes para muchas personas, y que con actos de alejamiento y aproximación solo provocamos duda, inseguridad, dolor y rabia, pudiendo llegar hasta el odio.
Stan, así se llamaba el protagonista de la película, acabó dándose cuenta de sus errores y consiguió cambiar su forma de ser, encontrando un término medio entre su felicidad y la de sus seres queridos.
El cine es el cine, y tenia que tener un final feliz para dejar un buen sabor de boca en el paladar de los pocos valientes que pusimos la televisión a las 3 de la mañana.
Pero la realidad, es que en la vida hay veces q no podemos volver a rodar la misma escena.
viernes, 29 de mayo de 2009
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